domingo, 7 de agosto de 2011

Pedir ayuda

Pedir ayuda no es ser un inútil. Reconocer limitaciones es un gran acto de humildad. Muchas veces, por orgullo, no queremos pedir ayuda. No queremos que los demás sepan que no sabemos o que no podemos resolver un problema por nuestros propios medios. Nos da vergüenza exponer nuestra dificultad, nuestra ignorancia o hasta nuestra vulnerabilidad.

En realidad es algo que los adultos fuimos aprendiendo a medida que fuimos creciendo. Cuando uno es chico, no se pregunta si está bien saber o no saber y simplemente pregunta lo que no sabe, y pide ayuda cuando la necesita. A medida que vamos creciendo, nos van enseñando mal que no saber es una razón para estar avergonzados, que los que no pueden resolver sus problemas solos son débiles. Y eso nos hace que muchas veces ocultemos nuestra necesidad o que, tontamente, nos de vergüenza preguntar o pedir ayuda.

No hay nada de malo en ignorar cosas y en no poder resolver problemas. Lo que sí es malo es no poder resolver algo y quedarse atrapado en el problema por no querer pedir ayuda.

Es importante que logremos superar esta barrera que nos construyeron a medida que crecíamos, porque es la solución a muchos problemas. Hay mucha gente alrededor nuestro que nos puede ayudar, que conoce la forma de resolver nuestros problemas o que nos pueden proveer la información o los medios para que nosotros lo hagamos. Y que no le molestaría ayudarnos.

Por eso, si estás atrapado en una situación o tenés un problema que no sabés cómo resolver, animate a pedir ayuda. Algún amigo te va a tender una mano. No te ahogues por orgulloso.

Ah, y si alguien te pide ayuda, también mostrate disponible y hacé lo que puedas por él.

Que tengan una buena semana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario