¿Alguna vez se sintieron frustrados por no conseguir algo que buscaban con mucho empeño? ¿Sobre todo, porque era algo que creían necesitar, algo que para ustedes era la puerta a la felicidad, y que por alguna razón se les negaba?
Es curioso cómo muchas veces nos ensimismamos y nos enceguecemos en la búsqueda de algo, puede ser un bien, una posición o un título, y dejamos de ver lo que esa búsqueda a la que supeditamos todo nos vuelve esclavos y nos prohíbe disfrutar. En definitiva, renunciamos voluntariamente al bienestar, nos negamos conscientemente a sentirnos bien porque no tenemos aquello que queremos alcanzar. Nos hacemos miserables a nosotros mismos, y muchas veces a los que nos rodean. Posponemos sentirnos bien hasta alcanzar nuestro objetivo.
No está mal buscar el progreso y el crecimiento. De hecho, es natural que ocurra. Pero no es bueno que en nuestra búsqueda, perdamos de vista todo el resto con tal de alcanzar nuestro objetivo. Después de todo, una vez que hayamos alcanzado ese objetivo, ¿qué es lo que tendremos? La respuesta, la mayoría de las veces, es una sensación efímera de gozo, que luego es reemplazada por un vacío.
¿Por qué es eso? Porque muchas veces estamos buscando el placer. Y el placer es eso, un estímulo pasajero. Y una vez que pasó, nos queda la angustia de que haya pasado, o la búsqueda de más placer. Nos sometemos a la esclavitud de nuestros sentidos.
En la vereda de enfrente, con menos prensa y relegada hoy en día, se encuentra la alegría. La alegría que es un estado de ánimo, por lo que también puede ser volátil y escurridizo como el placer, pero también puede durar más. Pero tiene un componente voluntario más fuerte: está más al alcance de la mano, puede elegirlo, y no tengo que hacer grandes esfuerzos por alcanzarlo. No hay que tener grandes logros ni su alcance depende de factores externos. Y lo mejor es que no hay depresión post-alegría.
Por eso, esta semana, los invito a revisar qué es lo que estamos buscando, y si estamos enfocados en la búsqueda del placer, recuerden que el resultado puede ser un camino de amargura, enojo, y dolor hasta alcanzarlo, un gozo efímero al alcanzarlo, y luego una angustia por el fin del estímulo. Les recomiendo que busquen la alegría, que es un camino más lindo, con más luz, más sonrisas. Tal vez no nos lleve necesariamente al gozo del placer... ¿pero es tan malo que no nos lleve ahí?
Que tengan un buen lunes y una buena semana.
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